1- Aquellos que hoy en Europa estén intentando encontrar posibles salidas a la generalizada crisis inmobiliaria que vive el continente deberían echarle un vistazo a Viena. La capital austriaca ofrece un ejemplo de política habitacional altamente exitosa, con la construcción de viviendas sociales como elemento principal. Tal como antes, el diseño de políticas socialdemócratas a nivel local es todavía posible y sumamente popular. En los rankings de ciudades, Viena se ha mantenido durante años en el primer lugar como la metrópoli más habitable de Europa.
2- En mayo de 1919, el Partido Socialdemócrata Obrero de la Austria Alemana (acrónimo alemán: SDAPDÖ) ganó las elecciones al Consejo Municipal de Viena con más del 54% de los votos. El partido gobernó exitosamente durante 15 años, ganó todas las elecciones, y amplió su mayoría absoluta elección tras elección, captando finalmente más del 60% de los votos. La socialdemocracia “Austro-Marxista” remodeló drásticamente la antigua capital de la Monarquía Austro-Húngara. Creó el modelo de la “Viena roja”, la auténtica utopía del socialismo reformista socialdemócrata. En la Viena roja, el partido y movimiento socialdemócrata conquistó los corazones y las mentes mucho más allá de la clase obrera, triunfando en la lucha por la hegemonía durante algunos años. Esta ciudad socialdemócrata fue tomada como un modelo para el resto de Europa. Y no fueron únicamente los políticos locales de izquierda quienes quedaron profundamente impresionados. Cuando en 1945 los socialdemócratas austríacos volvieron a tomar el mando del ayuntamiento de Viena, lograron revivir la tradición de la Viena roja. Incluso actualmente, la política habitacional de la capital austriaca se basa en este legado. Es un patrimonio que se percibe claramente en toda la ciudad, materializado en las viviendas públicas municipales construidas desde 1923.
3- Actualmente, Viena cuenta con 1,8 millones de residentes, un poco menos que durante el periodo de entreguerras. Desde el año 2012 la ciudad ha vuelto a crecer a un ritmo de 20.000 personas al año. Tal como en otros lugares, el número de hogares unipersonales también se encuentra en aumento. Por consiguiente, y a pesar de que la ciudad necesita de unas pocas miles de nuevas viviendas al año, su construcción se encuentra por debajo del número requerido. Esto demuestra que incluso Viena adolece de un déficit habitacional. Mientras tanto, el costo de los arriendos está aumentando, aunque paulatinamente y sólo para una minoría de los arrendatarios. Es más, la gentrificación ya es un hecho, aunque ésta avanza de manera ligera y gradual. Aún así, los arriendos en Viena no solo son significativamente más bajos que en Londres o París; también son bastante más baratos que en otras ciudades austriacas como Graz, Innsbruck o Salzburgo.
4- El esquema de reforma de la Viena roja no surgió como el resultado de un plan maestro; por el contrario, emergió a partir de un proceso de aprendizaje impulsado por una precariedad aguda. En respuesta a necesidades apremiantes, la administración de la ciudad realizó grandes experimentos, logrando llevarlos a término a pesar de todos los obstáculos. Estos últimos pudieron ser superados ya que tanto el partido como el movimiento de base tenían en mente objetivos claros y estaban preparados para aprovechar las oportunidades que ofrecía el escenario de posguerra. En aquellos días existía una pujante escasez de vivienda que apenas puede imaginarse hoy en día. Al mismo tiempo, la inflación y el congelamiento de los arriendos habían paralizado la mayor parte de las actividades de construcción privada. Las viviendas y construcciones urbanas fueron perdiendo valor rápidamente. Allí donde el mercado inmobiliario se paralizaba por completo, las autoridades locales acudían al rescate construyendo viviendas públicas a lo grande.
5- En 1922 a Viena se le concedió estatus dual de ciudad y, al mismo tiempo, de estado federal. Alrededor de un tercio de los austriacos vivían en Viena. Por consiguiente, el nuevo estado obtuvo una parte considerable de los ingresos fiscales de la Federación Austríaca y se le otorgó soberanía sobre sus propias finanzas e impuestos, un arreglo habilidosa y consistentemente aprovechado por el concejal de la ciudad, el socialdemócrata Hugo Breitner. Lo que hizo todo esto posible fue el hecho de que Viena creó y diseñó su propia política financiera y fiscal, la que, tal como indicara el mismo Hugo Breitner, sacó el dinero de “donde realmente se encontraba, a pesar de la indignación de las clases poseedoras reacias a pagar impuestos”.
6 – Ya en 1923, el municipio rojo de Viena presentó su primer plan quinquenal, el cual contemplaba la construcción de 25.000 nuevos departamentos en nuevos complejos de viviendas municipales por la propia iniciativa de la ciudad en terrenos propios, sin endeudamiento alguno y financiados en base al “pago por uso” con cargo a los ingresos fiscales. El segundo plan quinquenal le siguió en 1927. Éste anticipaba que se construirían 30.000 viviendas adicionales. La planificación de viviendas municipales se volvió más ambiciosa y los segmentos de viviendas pareadas notoriamente más extensos. Sin embargo, la lucha desesperada en contra de la Viena roja por parte de otros estados federales bajo gobiernos conservadores no tardó en surtir efecto. Para inicios de 1930 Viena recibió considerablemente menos dinero de transferencias fiscales. Aun así, la construcción de viviendas sociales nunca se detuvo por completo gracias a los fondos progresivos y asignados del impuesto a la construcción de viviendas, los que, junto con toda una serie de impuestos especiales al lujo, recaían sobre las clases pudientes, acaudaladas y sobre los perceptores de más altos ingresos. En un período de poco más de diez años, se construyeron más de 65.000 departamentos en el sector de viviendas municipales de la ciudad, incluyendo una cuantas miles de residencias en subdivisiones a las afueras de la urbe. Las viviendas municipales construidas durante esa época aún se mantienen en muchos distritos de Viena y continúan perfilando la imagen de la ciudad hasta el día de hoy.
7- Los segmentos de casas pareadas municipales fueron concebidos como alternativas a las miserables viviendas en las que vivía el 90% de los vieneses hasta la década de 1920: departamentos diminutos, lúgubres, sucios, sin electricidad ni gas, cuya única fuente de agua era un lavabo en el pasillo. Y, por cierto, mucha gente tenía que arreglárselas con letrinas. Las nuevas viviendas municipales suministraban agua corriente en todos los departamentos, retretes privados y bañeras, una cocina, luz y aire, balcones, galerías y terrazas. Además, ofrecían generosos patios interiores, ya que solo se construía sobre un 20-30% del suelo correspondiente. El espacioso terreno restante se destinó a parques, patios de juego, canchas deportivas, así como a diversas instalaciones comunitarias.
8- Las unidades de vivienda municipal eran administradas conjuntamente por el municipio y los inquilinos. Los nuevos departamentos eran distribuidos de acuerdo a un sistema de puntos en el que criterios sociales tales como el número de hijos, el estado de salud de los solicitantes y su situación de vida previa jugaban un papel crucial. Los arriendos eran increíblemente bajos. En lugar de pagar el 30% de sus ingresos como lo habían hecho en las viejas viviendas, ahora los residentes tenían que pagar como máximo un 10% por sus departamentos municipales.
9- Eso fue posible gracias a que, debido al control de alquileres, su costo se encontraba congelado en toda la ciudad a niveles previos a la guerra y la inflación. El control del alquileres fue establecido por ley y defendido tenazmente por los socialdemócratas. El costo de arriendo para las viviendas municipales se fijó significativamente por debajo del de los antiguos edificios del sector privado, ya que, como su propietario y constructor, el municipio no esperaba obtener una ganancia por su inversión. La ciudad construyó en terrenos que ya poseía sin tener que pedir préstamos. Los intereses y las rentas de la tierra no jugaban papel alguno. Los departamentos no eran mercancías, y los fondos de construcción invertidos no eran capital. Los arriendos recaudados estaban destinados únicamente a cubrir los costos de mantenimiento y reparación de las unidades habitacionales municipales. No existían recargos, tarifas de corretaje, comisiones, etc. Ni siquiera los hay hoy en día al inicio del arriendo de departamento. Los arriendos por metro cuadrado fueron y son los mismos en todas partes de la ciudad, sin importar su ubicación.
10- El abandono del mercado inmobiliario aquí no tenía precedentes, pero lo que más indignó a la burguesía y a las zonas rurales fue el hecho de que las viviendas municipales vienesas ofrecían alojamientos completamente lujosos para ciudadanos comunes y corrientes e incluso para trabajadores humildes y sus familias. Lo que provocó la ira de aquellos que tenían que pagar por esta increíble forma de prosperidad popular no fueron ni siquiera las comodidades que venían con cada unidad de vivienda municipal, sino el enorme tamaño de las construcciones mismas. El Karl Marx Hof, uno de los más grandes complejos de viviendas municipales, con más de 1.400 departamentos y hoy símbolo de la Viena roja, tenía 1,1 km de extensión. Detrás de su imponente fachada se expandía un amplio espacio verde. La prensa conservadora hizo todo lo posible para denunciar al “edificio cíclope”, la quintaesencia del repudiado plan de vivienda marxista, señalando que era “rojo oscuro como la sangre recién derramada”. Especialmente indignante era el hecho de que el Karl Marx Hof no solo ofrecía departamentos asequibles y bien equipados para unas 5.000 personas; también incluía servicios sociales inauditos: dos lavanderías centrales, dos baños públicos, dos jardines infantiles, un centro de orientación para madres, un hogar para jóvenes, una biblioteca, una clínica dental, una clínica ambulatoria, una farmacia, una oficina de correos, varios consultorios médicos, cafeterías, salas para organizaciones políticas y otros 25 negocios. Era una pequeña aldea en medio de una gran ciudad en la que florecía la vida comunitaria. Gracias a esta infraestructura, la comunidad roja combinó su política habitacional con sus políticas educacionales, sanitarias y culturales, las cuales buscó implementar por toda la ciudad.
11- Desde 1945 los socialdemócratas austriacos han gobernado tanto la ciudad como el estado de Viena con mayorías absolutas y rara vez han sido desafiados. Pero a partir de 1996 se vieron obligados a gobernar en coalición con otros partidos: primero con el conservador Partido Popular de Austria (acrónimo: ÖVP) y luego, desde 2010, con los Verdes. Todavía se continúa honrando la tradición y los símbolos de la Viena roja, aun cuando hoy la política habitacional en Viena ha cambiado en muchos aspectos.
12- Esto se debe en parte a que la frecuentemente modificada Ley de Arriendo de la Primera República fue reemplazada en 1982 por un nuevo régimen legal para el arriendo. La República de Austria sigue manteniendo firmes protecciones legales para los arrendatarios. Las revisiones legales no pueden ser ni remotamente comparadas con lo sucedido en Gran Bretaña bajo Margaret Thatcher, quien en los años ochenta redujo radicalmente la protección legal del arrendatario. En Austria, y particularmente en Viena, los arrendatarios todavía están eficazmente protegidos contra el desalojo y los valores de arriendo siguen estando ampliamente regulados. En el sector de vivienda municipal e incluso en el sector sin fines de lucro subvencionado con fondos públicos, existen “frenos al valor de arriendo” o limitaciones a sus gastos.
13- Aunque la tradición de la “Viena roja” prevalece hasta el día de hoy, ésta no se encuentra del todo intacta. A principio de los años cincuenta, muchas de sus características más antiguas fueron gradualmente depuestas: comodidades generosas en las viviendas municipales, el estilo de construcción de cancha abierta, y las muchas instalaciones comunitarias. Aquellas comodidades se habían tornado inasequibles a la luz de la grave escasez de vivienda y/o llegaron a considerarse prioridades de segundo orden. A raíz de esto, durante los primeros 30 años de la Segunda República, los barrios urbanos fueron llenándose paulatinamente de edificios de gran altura y múltiples pisos, que sin embargo mantenían una densidad mínima y abundantes áreas verdes. La política habitacional socialdemócrata se volvió más pragmática. Desde finales de los ochenta el municipio abandonó la construcción de viviendas sociales, dejándole el terreno a las promotoras inmobiliarias con fines benéficos. Sin embargo, en el largo plazo resultó ser un gran éxito, ya que hoy unos 500.000 vieneses, aproximadamente un tercio de la población, habitan en viviendas municipales. Cuando el experimento de la Viena roja fue interrumpido bruscamente en 1934, solo un 11% de la población vivía en departamentos de edificios públicos. Si además incluimos a los residentes de viviendas construidas por entidades con fines benéficos y aquellas que son subvencionadas o están bajo renta controlada, entonces más del 60% de los vieneses están protegidos de las manías del “libre mercado” en el sector inmobiliario.
14- Hasta el día de hoy, Viena sigue siendo una ciudad de arrendatarios, no de propietarios. De las 960.000 unidades de vivienda de la ciudad, 78% son departamentos de arriendo. De aquellas 750.000 unidades de arriendo aproximadamente, 230.000 o el 31% pertenecen al municipio de Viena, mientras unas 210.000 (28%) son propiedad de promotoras inmobiliarias con fines benéficos. El resto son departamentos privados que se arriendan en el mercado privado. Esto último no significa que los arriendos puedan ser “libremente” negociados entre inquilinos y propietarios. Incluso en este relativamente pequeño sector privado, en la gran mayoría de los casos, existen controles sobre el valor del arriendo legalmente vinculantes. De hecho, los precios de arriendo de mercado son exigidos y pagados solo en un segmento muy pequeño del mercado inmobiliario, a lo más un 5% del total de las viviendas. Como antes, en las viviendas municipales los precios se calculan en base a los costos reales de mantenimiento y reparación. A las numerosas viviendas construidas por asociaciones de vivienda con fines benéficos también se le aplican pautas estrictas. Éstas entidades, en las que se incluyen muchas cooperativas, construyen con subsidios del estado y disfrutan de ventajas tributarias significativas. A cambio, deben ceñirse a los límites de precio de arriendo. Por esa razón, los arriendos en este sector, si bien son más altos que en el municipal, siguen siendo un poco más bajos que en el sector privado. El mayor problema aquí no es el valor de arriendo, sino las garantías que deben entregar los nuevos arrendatarios. Pero incluso para éstas ya existen restricciones legales. Esto es así porque tanto el municipio como las promotoras inmobiliarias con fines benéficos obtienen el dinero del fondo de promoción de la vivienda, cuyo valor hoy asciende a unos 600 millones de euros anuales. A diferencia de los tiempos de Hugo Breitner, el fondo de promoción de la vivienda, considerado algo así como una bonificación solidaria, es financiado en partes iguales por los empleadores y los empleados. La mitad del uno por ciento de los salarios brutos es desviado hacia este fondo común de dinero.
15- Tal como durante la Primera República, la vivienda municipal es repartida y administrada por el municipio. Hoy, los criterios para distribuir los departamentos son distintos a los de entonces. Todo habitante de Viena que haya vivido ahí por al menos dos años tiene derecho a un departamento municipal. Y todavía existe un límite respecto a los ingresos anuales del solicitante. Cualquiera que tenga más de 44.000 euros en ingresos netos ya no tiene derecho a un departamento municipal. Este más que generoso límite máximo habilita a algunas personas, además de a los pobres y personas de bajos ingresos, a vivir en viviendas municipales. Esta “integración social” es intencional; de esta manera se asegura que la política habitacional de Viena, hoy como ayer, sea respaldada por una amplia mayoría.
16- Es verdad que el gobierno socialdemócrata de la ciudad renunció por un tiempo a la construcción de viviendas sociales. Pero en 2015 el SPÖ se comprometió nuevamente a volver a construir viviendas municipales a una mayor escala. Unos cuantos centenares de viviendas ya han sido construidas en el entretanto. En su favor, se debe reconocer que hay un error que el SPÖ nunca ha cometido: jamás hizo la más mínima concesión a la manía privatizadora. Consecuentemente, se han repelido numerosos intentos del ÖPV de privatizar gradualmente departamentos de propiedad comunitaria. Desde fines de la Primera Guerra Mundial, ni una sola unidad de vivienda pública construida por la ciudad ha sido vendida. Hasta el día de hoy, los vieneses se han beneficiado de esa negativa.
Escrita por Michael R. Krätke, profesor de economía política en la Universidad de Lancaster.
Traducido por Rodrigo Córdova (integrante de Equipo Editorial Heterodoxia) y Rafaela Apel