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Los trabajadores daneses de McDonalds nos compadecen

Los daneses no han construido un país “socialista”. Simplemente uno que funciona.

Por Nicholas Kristof | Columna de opinión publicada en 8 de mayo de 2020 | Traducción Francisco Larrabe

El presidente Trump vocifera que los demócratas están intentando arrastrar a Estados Unidos hacia el “socialismo”, el vicepresidente Mike Pence advierte que los demócratas buscan “imponer el socialismo al pueblo estadounidense”, e incluso algunos demócratas alertan en contra de convertirse, como dijo uno de ellos, en la “[insulto] Dinamarca”.

Por este motivo fue que antes de la pandemia del coronavirus me arrastré detrás de las [insulto] fronteras danesas para investigar un poco: ¿Qué tan aterradora es Dinamarca? ¿Qué tan terrorífico sería si Estados Unidos da uno o dos pasos en la dirección de Dinamarca? ¿Perdería el país su ventaja, su productividad y su innovación, o ganaría bienestar, justicia y felicidad?

Para cumplir con mi propósito escojo al azar a un ciudadano danés con quien hablaremos sobre cómo se comporta un [insulto] país progresista bajo estrés. La pandemia interrumpió, lamentablemente, mi reportaje, pero estaría más seguro si me quedaba en Dinamarca: ha tenido casi el doble de testeos per cápita que Estados Unidos, y mucho menos de la mitad de muertes per cápita.

Pongámoslo de la siguiente manera: más de 35.000 estadounidenses ya han fallecido en parte debido a que el país no pudo manejar la pandemia tan hábilmente como Dinamarca.

Dinamarca disminuyó las nuevas infecciones con tal éxito que el mes pasado reabrió las escuelas primarias y las guarderías, así como también las barberías y centros de terapia física. Los centros comerciales y tiendas podrán reabrir a partir del lunes (11 de mayo), y los restaurantes y las cafeterías dentro de una semana.

Pero además de lo anterior, los daneses mantuvieron sus trabajos. El trauma de multitudes de personas perdiendo sus empleos y seguro de salud, las largas filas en bancos de alimentos – que es la experiencia en Estados Unidos – no está sucediendo en Dinamarca. La tasa de desempleo en Estados Unidos fue, el mes pasado, de 14.7 por ciento, pero en Dinamarca está rondando entre el 4 y 5 por ciento.  

 “Nuestro objetivo fue que las empresas no despidieran a sus trabajadores”, me comentó el Ministro del Trabajo Peter Hummelgaard. El enfoque danés es sencillo: al igual que otros países europeos, Dinamarca le pagó a las compañías para mantener a sus empleados en la nómina, reembolsando hasta el 90 por ciento del salario de los trabajadores, que de otra manera habían sido despedidos.

Además, Dinamarca ayudó a las compañías afectadas a pagar los costos fijos como el alquiler, bajo la condición de que suspendan sus utilidades, no recompren acciones y no usen paraísos extranjeros para evadir impuestos.

Parte de los 3 billones de dólares que los Estados Unidos han invertido en beneficios de desempleo, pagos de estímulos, rescates comerciales y rescates de la industria, se han destinado a la retención de trabajadores, pero la preocupación por evitar los despidos es mucho menor. 

En términos del PIB, el gasto de Dinamarca para aliviar el coronavirus es un tanto menor al de Estados Unidos, pero parece ser más efectivo a la hora de proteger a la población.

La conclusión es que Dinamarca atravesó la sacudida de la pandemia con empleados aún en la nómina y aún pagando renta. A medida que la economía vuelve a la vida, las compañías danesas están en una posición que les permite reincorporarse rápidamente sin los costos de tener que recontratar a sus trabajadores.

 “Podemos estar de pie y funcionando en una semana, de vuelta a donde estábamos”, me explicó Peter Lykke Nielsen, un negociador para los trabajadores sindicalizados de las cadenas de hamburguesas. Este enfoque europeo para evitar el desempleo ganó admiración en Washington, y no exclusivamente de parte de los liberales: el senador republicano por Missouri, Josh Hawley, apoyó algo similar en los Estados Unidos.

Algunos estadounidenses citan a Suecia como un modelo de respuesta frente al coronavirus porque no ha impuesto un cierre masivo. Pero, de hecho, Dinamarca, que está separado de Suecia por un puente, ha sido mucho más exitoso: la tasa de muerte por coronavirus en Dinamarca, por millón de habitantes, es menos de un tercio que la de Suecia, y analistas predicen que la economía danesa este año será mejor que la sueca.

Dinamarca al salvar vidas, también ha salvado su economía, al menos hasta ahora.

El Covid-19 no durará para siempre, y los estadounidenses escépticos podrían pensar que la [insulto] Dinamarca mima a los trabajadores de maneras que entorpece el dinamismo económico y en última instancia daña a los mismos trabajadores. Yo le plantee este argumento a un trabajador de McDonalds que conocí en Copenhague, Muhammad Abu Sayeed, un inmigrante de Bangladesh. Me miró inquisitivamente.

El salario inicial para el más modesto cocinero de hamburguesas en un McDonalds de Dinamarca es de 22 dólares la hora una vez que se incluyen varios suplementos pago. Los trabajadores de McDonalds en Dinamarca reciben seis semanas de vacaciones pagadas al año, seguro de vida, licencia de maternidad remunerada por 1 año y un plan de pensión. Y como todos los daneses, disfrutan del seguro de salud universal  y pago de licencia por enfermedad.

Una razón por la que Dinamarca fue más efectiva que los Estados Unidos en responder a la crisis es porque ningún danés dudó en buscar tratamiento por miedo a la cuenta médica.

Abu Sayeed sabía que a los estadounidenses que trabajan en comida rápida no les va tan bien. “Algo oí sobre el movimiento”, dijo, tratando de recordar el nombre. “Luchar por algo. ¿Luchar por 20 dólares? ¿Cuál fue el lema?”

 “Lucha por 15 dólares”, le expliqué. “Quieren 15 dólares la hora”.

Hubo un silencio incómodo. Él asintió empáticamente. Luego trató de no sonar condescendiente.

 “Lo lamento por ellos”, dijo honestamente sobre los trabajadores de McDonalds en Estados Unidos. “Pertenecemos a la misma empresa”.

Algunas compañías estadounidenses se burlan que un salario mínimo de 15 dólares o sindicatos más robustos serían un desastre para los negocios. Dinamarca desafía esa narrativa, ya que demuestra que es posible tener una economía próspera que paga decentemente a los trabajadores y los trata con dignidad.

Los trabajadores reciben sus horarios con un mes de anticipación, y no se les pueden asignar turnos dobles. En Estados Unidos los políticos hablan con solemnidad sobre la dignidad del trabajo, no obtante, tienes más probabilidades de encontrar la dignidad en Copenhague que en Nueva York.

Pero esto no siempre fue así. La era dorada del capitalismo en Estados Unidos, desde 1945 hasta 1980, fue un periodo de alta tasa impositiva (hasta un 91 por ciento para los billonarios), fuertes sindicatos laborales y enormes iniciativas, como lo fue la G.I. Bill of Rights para ayudar a los estadounidenses desaventajados (aunque mayoritariamente blancos). Este fue un periodo de rápido crecimiento en donde la inequidad de ingresos declinó, por lo que en ciertos modos nos parecíamos a la Dinamarca de hoy.

Una estrategia de los Republicanos este año ha sido demonizar a los Demócratas como socialistas que destruirían la economía. Trump advierte que los Demócratas “quieren moldear la economía estadounidense siguiendo a Venezuela”.

Pues, no. De hecho, lo que los demócratas tienen en mente es dar un paso en la dirección del modelo nórdico fundado en Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. Sin embargo, y paradójicamente, mientras los estadounidenses, tanto de izquierda y derecha piensan en Escandinavia casi como socialistas, los propios escandinavos le hacen el quite a esa caracterización. Se ven así mismos simplemente persiguiendo las economías de mercado, solo que con altos impuestos y mejores beneficios sociales que en Estados Unidos.

Los daneses pagan 19 centavos más de impuestos por cada dólar comparado con los estadounidenses, pero a cambio de eso reciben salud gratis, educación gratis desde la guardería hasta la universidad, reciben educación preescolar subsidiada de alta calidad, una red de seguro social bastante robusta y muy bajos niveles de pobreza, indigencia, crimen e inequidad. En promedio, los daneses viven dos años más que los estadounidenses.

Una Big Mac preparada por un trabajador que gana 22 dólares por hora no cuesta más que una preparada en Estados Unidos. Los precios de las Big Mac varían según el local, pero mi compra al contado sugirió que en Dinamarca una podría costar en promedio alrededor de 27 centavos más que en Estados Unidos. Esos 27 centavos es lo que cuesta la dignidad.

Los estadounidenses podrían sospechar que la red de seguridad danesa estimula la flojera. Pero el 79 por ciento de los daneses en edades de 16 hasta 64 años están en la fuerza laboral, cinco puntos porcentuales más arriba que en los Estados Unidos.

Los daneses reciben aproximadamente los mismos ingresos después de impuestos que los estadounidenses, y esto a pesar de que trabajan en promedio 22 por ciento de horas menos; por otro lado, el dinero no rinde tanto en Dinamarca porque los precios son en promedio un 18 por ciento más elevados. Mi propia apreciación, sin tener datos, es que el 25 por ciento más rico vive mejor en Estados Unidos, pero los tres últimos cuartos viven mejor en Dinamarca.

De hecho, encuestas consideran que los daneses están entre las personas más felices del mundo, junto con los finlandeses; algunas veces Dinamarca es llamada “el país más feliz”.

Puedes estar de acuerdo o no en que las compensaciones valen la pena, pero cuando te sientas en una cafetería en Copenhague, te tomas un café y disfrutas un pan danés (llamado pan vienés), Dinamarca difícilmente pareciera ser una pesadilla socialista.

Es más, los daneses, bien políticamente, eso sí, expresan preocupación por lo que ellos perciben como una distopía al otro lado del Atlántico.

 “Miramos a Estados Unidos por muchas razones”, me dijo Nielsen, el negociador laboral. “Y cuando conocemos a personas que trabajan en el sector de la comida rápida, y…” Hace una pausa y lucha por encontrar las palabras correctas. “Mira, todos los países tienen falencias, ¿no? Pero si ves los derechos laborales en Estados Unidos, es una locura. Si trabajas a tiempo completo, deberías ser capaz de mantener a tu familia”.

Kristina Hansen, quien tiene 27 años y trabaja en una cadena de hamburguesas no sindicalizada llamada Cock’s & Cows, me contó que está pensando en comprarse un departamento. Sorprendido me doy cuenta que pocos estadounidenses que trabajan en cadenas de hamburguesas están comprando sus propias casas, y discutíamos sobre el salario de la comida rápida en Estados Unidos.

 “¿Cómo es que pueden sobrevivir con ese salario?”, me preguntó. “Es bastante caro vivir en Nueva York. Me pregunto cómo es que viven con ese sueldo”.

Los estadounidenses asumen que los salarios en Dinamarca deben ser elevados debido a las regulaciones, pero resulta que no tienen un salario mínimo nacional, incluso podría ser perfectamente legal para una compañía de construcción o una pizzería contratar a trabajadores por 5 dólares la hora. Sin embargo, no sucede. El salario más bajo del mercado parece estar en torno a los 15 dólares – casi el doble del salario mínimo federal en Estados Unidos, que apenas tiene un estándar de vida similar. ¿Cuál es la razón para esto?

Una razón se debe a los fuertes sindicatos en Dinamarca. Más del 80 por ciento de los empleados daneses trabajan bajo contratos de negociación colectiva, y sin embargo las huelgas no son habituales. También tienen “negociación sectorial”, en donde los contratos se negocian por sector empresarial – en Dinamarca McDonalds y Burguer King pagan exactamente lo mismo – algo que Joe Biden sugiere que se considere en Estados Unidos.

Sin embargo, existe otra razón más importante para los altos salarios en Dinamarca.

 “Los trabajadores son más productivos” en Dinamarca, hizo notar con franqueza Lawrence Katz, un economista laboral de Harvard. “Ellos han tenido acceso a más oportunidades e inversiones de capital humano de mayor calidad desde que nacen”.

Piénsalo de la siguiente manera. Los trabajadores de locales de McDonalds de todo el mundo tienden a estar en la escala más baja de la fuerza laboral, digamos el percentil 20.Sin embargo, los trabajadores daneses del percentil 20 son graduados de secundaria que saben leer y escribir y operaciones matemáticas básicas.

En contraste, después de cincuenta años de poca inversión en los Estados Unidos, muchos trabajadores estadounidenses del percentil 20 no se han graduado de la secundaria, no leen bien, no manejan la aritmética básica, luchan contra las drogas o el alcohol, o tienen discapacidades que reducen la productividad.

Cada vez más comencé a entender que emular el sistema de altos salarios de Dinamarca no se trataba solo de elevar el salario mínimo sino, más aún, se trataba de invertir en la niñez.

Muchos daneses ven el cuidado de los niños como parte de su salsa secreta de la nación, por lo que decidí dejarme caer en una guardería infantil pública en la ciudad de Soborg. Resultó ser una maravilla, con solo 68 niños y 12 profesores, más un cocinero que les servía principalmente comidas orgánicas.

Esta guardería está abierta desde las 7 a.m. hasta las 5 p.m., y algunas otras ofrecen horario extendido. Su costo (fuertemente subsidiado) es de 516 dólares al mes para niños de 4 meses hasta 3 años, y de 354 dólares para niños de 3 a 6 años. Los hijos de padres de bajos ingresos asisten gratis.

El foco no está puesto tanto en leer o aprender los números, sino más bien en utilizar el juego para aprender habilidades sociales y ser creativos. “‘Aprendiendo a aprender’ es una expresión popular aquí”, me explicó Helle Olsen, la administradora.

Un propósito crítico del sistema es permitir que ambos padres trabajen, es por eso que las guarderías infantiles están entre las primeras instituciones reabiertas a medida que los casos de coronavirus bajan. Pero las familias por lo general envían a los niños a las guarderías a pesar de que hayan abuelos u otras personas en el hogar (las niñeras no son comunes), porque son percibidas como parte del entrenamiento de los niños para ser buenos ciudadanos daneses. Por ese motivo, la asistencia a las guarderías es obligatoria para las familias donde no se habla danés en casa.

Si queremos comprender por qué un cocinero de hamburguesas en Dinamarca gana tanto, pienso que en parte la respuesta involucra darle a los niños acceso igualitario desde la línea de partida para que se eduquen y sean trabajadores productivos veinte años después.

Pero a pesar de todo el éxito de Dinamarca, su modelo enfrenta desafíos. Uno central es que el sistema danés nació de una sociedad homogénea con fuerte confianza social, y algunos expertos se preguntan si es que Dinamarca puede mantener indefinidamente su alto salario y su economía altamente productiva a medida que llegan inmigrantes menos calificados desde países más pobres. Dinamarca compila un record heroico al resistir a los nazis y salvar así a su población judía durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que me sorprendió encontrar un fuerte sentimiento anti migración, e incluso xenofobia. 

Aún así, el éxito del modelo nórdico parece innegable – a pesar de que no es obvio para todos los estadounidenses. El año pasado, Nikki Haley (1) tuiteó compulsivamente sobre el sistema de salud finlandés. “Compararnos con Finlandia es ridículo”, dijo burlonamente. “Pregúntenle cómo es su sistema de salud. No les gustará su respuesta”.

Al parece no estaba enterada que los finlandeses viven más que los estadounidenses, que los niños finlandeses tienen solo un tercio de probabilidad de morir antes de los cinco años, y que las mujeres tienen un quinto de probabilidad de morir en el parto.

Pero incluso en el lado demócrata, la personalidad televisiva Donny Deutsch se burló en el show que tiene Bill Maher por HBO, al decir que el programa Medicare for All significaría “que estamos retrocediendo. Somos la [insulto] Dinamarca”. 

En un momento en que la pandemia deja ver las antiguas inequidades en los Estados Unidos, quizás debiéramos acercarnos a los países nórdicos con un poco más de curiosidad y humildad. Hummelgaard, el ministro del trabajo, es hijo de un portero y una trabajadora del aseo, pero recibió una educación gratuita de excelencia y me habló en un inglés perfecto. Él admira a Estados Unidos, pero a veces se siente desconcertado.

 “Los daneses amamos a Estados Unidos”, me dijo Hummelgaard. “Pero no sentimos admiración por el nivel de inequidad, la falta de trabajo seguro, la falta de seguro de salud: todas aquellas cosas que normalmente pueden crear una buena sociedad”.

Nicholas Kristof ha sido columnista para The Times desde el 2001. Ha ganado dos premios Pulitzer por su cobertura de China y el genocidio en Darfur.

Nota al pie:

(1)  Política estadounidense perteneciente al Partido Republicano. Fue embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas entre los años 2017-18.

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